Jon Jones, ese estúpido genio desagradecido.
Jon Jones, de confirmarse lo que parece más que evidente correrá peligro de desvanecerse peligrosamente. Y cuando digo desvanecerse, quiero decir que su figura como deportista se derrumbará de forma inminente y para siempre tendrá colgado el cartel de tramposo compulsivo. Me cuesta decir de una persona algo tan duro, pero en realidad no lo digo yo, lo dicen sus antecedentes que hablan por si solos. Después de pelear contra Daniel Cormier en UFC 182, dio positivo por cocaína y sus niveles hormonales estaban por las nubes, para UFC 200 volvió a ser descubierto por dos sustancias prohibidas como el Clomifene y los Metabolitos de Metrozode para enmascarar el esteroide, y tras su última pelea en UFC 214, le fue detectado el Turinabol.
Esto en cuanto a su nula ética deportiva, en su vida social ha estado metido en constantes líos de conducción bajo los efectos del alcohol y las drogas que casi le llevaron a la cárcel siendo el caso más sonado el del accidente de tráfico en el que colisionó contra una mujer embarazada, abandonando el lugar de los hechos incurriendo además en un delito de omisión de socorro.
UFC, la USADA, sus fans e incluso la justicia, han sido en exceso benevolentes con él, mucho, pero no se ha merecido ninguna de las oportunidades recibidas, ni la confianza que le ofrecieron. En su última comparecencia ante la justicia, el juez le dijo que la próxima vez que apareciera por allí las cosas serían muy diferentes y poco después tuvo una acalorada discusión con un agente de la policía al que Jones le faltó al respeto, tras ser cazado conduciendo su deportivo de forma temeraria. Podríamos seguir recordando sus “hazañas” y dar otros muchos detalles de lo que han sido sus “jornadas golfas”, con malas compañías, donde lejos de cuidarse como ha de hacerlo un atleta de élite, trasnochaba una noche sí y la otra también, pero con esto ya parece suficiente.
Dicho todo esto, este genio de las MMA con físico portentoso ha demostrado tener muy poco cerebro, si es que aún le quedaba algo. Pero lo peor y más hiriente, es que después de leer cientos de mensajes de sus admiradores, he podido observar e incluso sentir un profunda decepción de su ídolo. Jon Jones, como icono de las MMA, les ha fallado de una forma cruel a muchos que incluso le proclamaban como el mejor luchador de la historia. Todos esperábamos y confiábamos que sus errores del pasado le abrirían los ojos y le harían madurar, pero no, ha traicionado a todos los que confiábamos en él volviendo a engañarnos impunemente. Al fin y al cabo lo que se nos queda es una tremenda decepción, pero en definitiva el único perjudicado es él mismo. No hay peor enemigo de él, que él mismo. Es curioso, todos en mayor o menor medida tenemos enemigos, pero a “Bones” no le hacen falta, ya se ocupa él de estropear su vida, una vida a la que pocos pueden optar y soñarían con ella.
Jon Jones, ese estúpido genio desagradecido no sabe cuanta suerte tiene por sus dotes como artista marcial o por tener un carisma especial que llega a despertar tal admiración que hace que a día de hoy todavía muchos lo defiendan. Otros, la enorme mayoría, lo critican, sienten rabia, porque un hombre que nació para triunfar es capaz de tirar toda la suerte con la llegó a este mundo por la borda. Es triste, sí, pero sus desgracias no son fruto de la mala suerte, son fruto de sus vicios y de su mala cabeza. Ya no es el niño que era cuando fue el campeón más joven de la historia de UFC, hoy tiene 30 años y debería demostrar que la edad está para algo, pero no. En el fondo, ahora está perdido, ha sido descubierto y aún no se ha atrevido ni a dar la cara dando su versión, ya son demasiadas excusas y nadie confía en él, es imposible.
Ni el mejor guionista de Hollywood podría inventarse una historia creíble para ese estúpido genio desagradecido, porque ya no se cree sus propias mentiras. En el fondo, la decepción nos ha calado muy hondo a todos. Muchos pensábamos que podría reconducirse y recorrer el camino de gloria para el que vino a este mundo, pero inexplicablemente vuelve a hacerse daño, a defraudar a todos sin excepción y a dejar de tener el más mínimo ápice de credibilidad, que irá en su contra para el día que vuelva a meterse en líos. La sanción que le espera puede ser ejemplar, tal vez 4 años de sequía, de olvido, de percibir grandes cantidades de dinero y de desagradables críticas hacia su persona, pero el se lo buscó por ser un estúpido genio desagradecido.
A pesar de los pesares, esperemos que este mal trago por el que va a tener que pasar, no desemboque en una vida desordenada, donde vuelva a tener líos, porque tendría muy fácil su entrada en prisión. No sería el primero, ni tampoco el último.
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